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Ética, valores y cambio cultural: Aprender a actualizarse sin perder el eje.

Updated: May 22

En el mundo del marketing —y en la vida— hablar de ética puede parecer un tema solemne, pesado, casi incómodo. Suena a reglas, a límites, a juicio. Pero la ética, lejos de ser un manual inamovible, es un sistema dinámico. Se construye, se discute y se actualiza. No está grabada en piedra: se moldea con la cultura, con las preguntas que nos hacemos y con las decisiones que tomamos todos los días, incluso cuando posteamos algo.


Vivimos en una era donde los valores cambian con una velocidad inusual. Lo que antes escandalizaba, hoy se tolera. Lo que antes era gracioso, hoy incomoda. Y eso no necesariamente es algo malo. Es un reflejo de que la sociedad está en constante transformación. La verdadera dificultad no está en elegir un bando, sino en mantenernos aprendiendo sin perder coherencia.


Hace no tanto, dejar un comentario de odio en redes sociales era mal visto. Se entendía como una falta de respeto, un límite claro. Hoy, en cambio, el hate forma parte del paisaje digital. Se disfraza de humor, de “sinceridad brutal”, o simplemente se normaliza. El problema no es solo que existe: es que dejamos de cuestionarlo. Cuando la crueldad se vuelve rutina, algo esencial se está perdiendo en el camino.


Y al mismo tiempo, muchos contenidos que antes circulaban como chistes o bromas ahora nos provocan vergüenza ajena. Lo que fue viral en su momento, hoy da cringe. Esa incomodidad es cultural, y es valiosa. Porque muestra que estamos viendo con nuevos ojos, que ciertas cosas ya no nos representan. Que algo se movió.


La evolución también se nota en cómo se entienden las relaciones, los vínculos y los estilos de vida. Durante décadas, el ideal era lineal: casarse, tener hijos, formar familia. Hoy, muchas personas eligen no tener hijos, o construir formas de familia que no encajan en ese molde. Y está bien. Como dice una frase popular: los nuevos hijos son las mascotas, y las nuevas mascotas son las plantas. Puede sonar a chiste, pero es una síntesis precisa de cómo cambian nuestras prioridades y afectos.


Estos cambios nos incomodan cuando nos obligan a revisar ideas que parecían eternas. Pero esa incomodidad no es una amenaza: es una oportunidad de crecimiento. En marketing, en branding, en contenido, no podés darte el lujo de ignorar la transformación cultural. Porque comunicar no es solo hablar: es leer el mundo y adaptarte a él con sensibilidad.


En Moralejas de Marketing creemos que el aprendizaje continuo es una forma de ética. La ignorancia, en un mundo hiperconectado y lleno de voces diversas, ya no es un accidente: es una elección. Y esa elección impacta. Impacta en los mensajes que compartís, en las campañas que creás, en la percepción que generás. Por eso trabajamos con marcas personales y emprendimientos que no solo quieren crecer, sino crecer con conciencia. Que entienden que el branding no es solo estética, sino también responsabilidad cultural.


¿Y si no sabés por dónde empezar? Empezá preguntando. Escuchando. Observando. No necesitás tener todas las respuestas, pero sí la disposición a hacerte nuevas preguntas. Actualizar tus valores no significa abandonar lo que te representa. Significa revisar si eso que te representaba aún te hace bien, a vos y a los demás.


En un mundo en movimiento, quedarse quieto también es una postura.

Y muchas veces, es la más peligrosa.


Gracias por leer! Si te gustó, seguro te encanta este post: https://www.moralejasdemaketing.com/post/el-miedo-como-recurso-antiético

 
 
 

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