
El miedo como recurso antiético.
- Ivana Helguera
- 1 day ago
- 2 min read
El miedo es una de las emociones más poderosas que existen. Actúa rápido, se siente en el cuerpo, y muchas veces nos empuja a reaccionar sin pensarlo demasiado. Por eso no es raro que algunas marcas lo hayan usado como recurso en sus campañas: para despertar atención, provocar urgencia o movilizar decisiones. Pero cuando el miedo se convierte en herramienta, también surge la pregunta: ¿dónde está el límite entre persuadir y manipular?
Usar el miedo en publicidad puede ser efectivo, sí. Las emociones intensas generan respuestas inmediatas. Nos protegen del riesgo, nos empujan a actuar o a evitar una pérdida. De ahí vienen frases como “No dejes que te pase esto”, o “Estás a punto de cometer un error que te va a costar caro”. Sin embargo, lo que genera impacto a corto plazo, puede dejar marcas invisibles a largo plazo. Y no siempre son buenas.
Cuando una marca se apoya demasiado en el miedo, corre el riesgo de vincularse con una emoción desagradable. Lo que empezó como una campaña eficaz puede volverse un discurso alarmista, ansioso o desconfiable. Y en ese contexto, es muy difícil construir relaciones duraderas. Porque nadie quiere vivir en estado de alerta constante, ni siquiera con una marca.
En Moralejas de Marketing creemos que una campaña tiene que emocionar, no lastimar. El problema no es usar el miedo: el problema es usarlo sin criterio, sin respeto por la sensibilidad del público o solo para forzar conversiones. Cuando se exagera un riesgo, se tergiversa una situación o se juega con inseguridades personales, se cruza una línea ética que no siempre se puede desandar.
La buena noticia es que cada vez más personas valoran la coherencia por encima del espectáculo. Hoy, las audiencias están más atentas, más críticas y menos dispuestas a tolerar marcas que usan tácticas deshonestas para generar impacto. Y eso nos obliga a revisar nuestras estrategias con más humanidad.
Entonces, ¿nunca se puede usar el miedo? No se trata de decir “nunca”. Hay contextos en los que el miedo puede tener un lugar legítimo: por ejemplo, en campañas de concientización social o salud pública, donde el objetivo es generar alerta responsable. Pero incluso ahí, el tono debe ser claro, proporcional y empático. El miedo, cuando se usa con conciencia, puede despertar reflexión. Pero cuando se abusa de él, debilita la confianza.
¿Estás usando el miedo en tus contenidos sin darte cuenta? Frases como “Si no hacés esto ahora, te quedás afuera para siempre” o “Podés perderlo todo si no comprás ya” suenan fuertes, pero ¿están alineadas con tu marca? ¿Te representan? ¿O te alejan de la comunidad que querés construir?
En Moralejas de Marketing trabajamos desde una mirada que pone a la ética en el centro. No para parecer buenas personas, sino porque creemos que la confianza es un activo de marca que no se compra: se construye. Por eso ayudamos a emprendedores y marcas personales a diseñar campañas que emocionen sin manipular, que movilicen sin miedo, y que generen impacto sin caer en lo fácil.
Si estás dudando sobre cómo transmitir urgencia sin recurrir al miedo, podemos ayudarte. A veces, un buen mensaje no necesita asustar: necesita conectar.
No todo lo que impacta, construye.
Y no todo lo que genera acción, deja una huella positiva.
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